miércoles, 11 de abril de 2012

Lección 135

"Si me defiendo, he sido atacado."
¿quién se defendería a menos que crea que ha sido atacado, y que el ataque es real, y que defendiéndose es como puede salvarse? En esto radica la insensatez de las defensas: otorgan realidad a las ilusiones. Sentirte amenazado es reconocer una debilidad inherente; es creer que hay algún peligro que puede hacer que te defiendas. El mundo está basado en esta creencia demente. Nadie andaría por el mundo cargando una pesada armadura, si no fuera por el temor que le encoge el corazón. Si algo precisa defensa, es porque es frágil. Sólo el cuerpo cumple este requisito. Pero el cuerpo se mantiene fuerte y saludable si la mente no abusa de él. El "ser" que necesita protección no es real. O la mente, o el cuerpo son frágiles, limitados y separados de su fuente. Pero el cuerpo es sólo un instrumento, mientras sea útil. La verdad es la única defensa del cuerpo. La mente que ha sanado, no planifica; simplemente escucha una Sabiduría superior, y luego realiza lo escuchado. Descansa serena en la certeza de que ningún obstáculo puede impedir su avance hacia el logro de cualquier objetivo que sirva al Gran Plan que diseñó todo.
Reconocé que los planes que uno mismo inicia son tan sólo defensas; son los medios por los que una mente atemorizada intenta hacerse cargo de su propia protección. Hacer planes es en sí una defensa. Es tratar de controlar acontecimientos futuros. Pasás por alto el presente, basándote en que el pasado te ha enseñado lo suficiente para dirigir tu trayectoria futura.
La mente que hace planes, por lo tanto, no permite ningún cambio. Aquí y ahora, no hay ansiedad por el porvenir. ¿Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede ha sido amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es tu bien? Él nunca podría ofrecerte dolor. Tu presente confianza en Él es la defensa que te promete un futuro tranquilo, lleno de un júbilo cada vez mayor. Sin defensas, te convertís en una luz que el Cielo mismo, lleno de gratitud, reconoce como propia. Te conducirá por el camino de tu felicidad.
Esperemos hoy este momento, llenos de absoluta confianza en el presente; esto es parte de lo que se planeó para nosotros. No haremos planes; nuestra indefensión es lo único que se requiere.
Sesiones largas: En 2 ocasiones, por 15 minutos abstengámonos de elaborar planes sin sentido, y de albergar pensamientos que impidan la entrada de la Verdad a nuestra mente. Hoy recibiremos en lugar de planear, para dar en vez de organizar. Digamos: "Si me defiendo, he sido atacado, Pero en mi indefensión seré fuerte, y descubriré lo que mis defensas ocultan." Eso es todo. El propósito de tus defensas, ha sido impedir que recibas lo que recibirás hoy: la luz y la dicha de la simple confianza. El Cielo no pide nada. Hoy te presentás a tu Creador tal como realmente sos.
Sesiones cortas: No tratés de que este día se ajuste a lo que creés que será más beneficioso para vos. No podés ni concebir la felicidad que te llega sin que tengas que planear nada. Si durante el día, te advertís a la defensiva, planeando, recordate: "Ésta es mi Pascua florida. Y quiero conservarla santa. No me defenderé, pues el Hijo de Dios no necesita defensas contra la verdad de su realidad."

Ángel YEIAYEL

Miércoles, 11 de abr de 2012
Descripción 
La energía que debemos utilizar el 11 de abril se llama Yeiayel y lleva el número 22. 
Parece que es fácil que se te presenten las circunstancias propicias para realizar un descubrimiento, algo sorprendente. 
Pero va a tratarse de un hallazgo personal, una chispa que puede hacer que veas la vida de una forma distinta y por lo tanto que tu comportamiento también varíe. 
Pero debes prestar atención porque puede ser difícil de detectar a primera vista ya que se tratará de algo relacionado con tu ser interno. 
Si te despistas y sólo te preocupas de lo banal, se te podría escapar la oportunidad. 
 
Plegaria:
YEIAYEL: La derecha de Dios. 
El Eterno es tu guardián. 
El Eterno es tu sombra y tu mano derecha. 
YEIAYEL: Me has dado, Señor, 
conciencia de la unidad de tu Reino y la visión de lo que será la vida 
cuando las voces de los instintos encuentren su ordenado silencio. 
Permite, Señor, que ese conocimiento interno pueda expresarse a través de mi comportamiento, 
haz que tu idea se transforme en mí en músculo y sangre, 
de manera que puedan hablar mis gestos más alto y mejor que las palabras. 
Y en ese viaje hacia tu esplendoroso futuro, 
guárdame, Señor, del peligro del naufragio, 
de esa catástrofe que acecha siempre al hombre cuando su alma se desvincula del Eterno, 
para adorar su personalidad pasajera y mortal. 
Libérame, Señor, del error que cometió Narciso y cuando me refleje en un espejo, 
haz que mis ojos te descubran, en mi imagen, a ti.